La rectora nominada al Premio Compartir 2016, de la Institución Educativa Andrés Bello en el municipio de Arauquita, nos cuenta como a través de su propuesta ha generado esperanza y compromiso en la comunidad.
Hace seis años, Emperatriz Montes Ovalle emprendió su labor como rectora en la Institución Educativa Andrés Bello, un colegio rural ubicado en el municipio de Arauquita, Arauca, un territorio en el que por décadas se ha vivido el conflicto armado liderado por los grupos guerrilleros de las Farc y el ELN. En este lugar los jóvenes ven como una opción unirse a las filas revolucionarias, tratando de huir de las precarias condiciones que viven con su familia, quienes en su mayoría viven de la ganadería y de la agricultura.
Debido a esta situación, pero sobre todo porque sus padres también vivieron los rigores de la guerra y fueron desplazados con sus nueve hijos, Emperatriz veía en cada una de estas familias a la suya y por eso empezó a trabajar en el proyecto ‘Educando para la Paz’. Una propuesta nominada al Premio Compartir 2016, que generó procesos de reflexión y de trabajo en torno a la sana convivencia y a la resolución de conflictos, pensados para el desarrollo de la comunidad.
Además, logró que desde este año se empezara la modalidad técnica en agroindustria para transformar todos los alimentos que se cosechan en la zona, en productos que se puedan comercializar a través de una empresa administrada por aquellos jóvenes que no pueden ir a la universidad. Esto con la finalidad de que se convierta en una oportunidad para la comunidad, “un nuevo mañana que las familias visualizan para sus hijos, para que no se repita la misma historia”, expresó la rectora.
Todos los días para llegar al colegio, ella, como otros 15 profesores, tienen que viajar una hora y media en carro desde los municipios aledaños de Fortul y Saravena, lugar donde vive junto a su esposo y a sus dos hijos, María José de 14 años y Libardo Andrés de 11, quienes desde hace varios años estudian en la Institución Educativa Andrés Bello.
Montes Ovalle asegura: “Mis hijos viven día a día la realidad de la guerra del país y la han asumido de una manera muy madura. No tuve que darles un discurso para que ellos mismos entendieran que lo más importante es el estudio y para ellos como personas, el estar aquí, ha sido una enseñanza más que la escuela misma”.
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