Si no sabe de un tema lo aprende y si quiere algo lo busca, así es este boyacense que llegó hace 24 años a la Fundación Compartir para seguir abriendo su camino en el sector de la construcción.
Luis Alfredo Ruiz tiene tres hijos, es de Guateque, Boyacá pero criado en el departamento del Casanare, de donde hace aproximadamente 35 años salió y llegó a Bogotá buscando una mejor oportunidad de trabajo y la forma de ganarse la vida, ya que desde la edad de siete años ha tenido que hacerse cargo de su bienestar y necesidades.
Ruiz estudió hasta quinto de primaria en la escuelita de Conconcretos y entre los innumerables trabajos que tuvo, a sus 25 años aprendió a cortar materiales de construcción como extra siendo vigilante de una obra, y de ahí en adelante fue contador de serie, cortador de ladrillos, ayudante de obra y actualmente es oficial de obra en Verderón II.
A pesar de tener una historia de vida llena de sufrimientos, este hombre no se queja, no guarda resentimientos ni odios hacia quienes han tratado de hacerle daño y quitarle lo que ha construido con tanto esfuerzo y trabajo, pero lo más admirable de todo, es que mantiene una sonrisa, es agradecido con Dios y habla con actitud positiva frente a lo que es su vida.
¿Quién te habló de la Fundación Compartir?
Yo la había escuchado en algún momento y pasé mi hoja de vida porque no me la llevaba bien con el maestro de obra de donde estaba, así que renuncié. Al poco tiempo me llamaron y empecé a trabajar con Compartir en el año 91.
¿Cuál es tu labor en la obra?
Debo cerciorarme de que estén los muros plomados, a nivel, que tengan su debida medida y si algo está mal, entonces hay que pedir de buena forma que lo corrijan porque sino no le caminan a uno. Hágame el favor y me arregla esto aquí, esto no sirve así y estoy todo el tiempo al pie de la gente.
¿Le teme a las alturas?
No. Yo he estado a una altura hasta de 22 pisos y no pasa nada, uno se acostumbra.
¿Cómo te ves en cinco años?
Trabajando. Desde que Dios le de salud a uno y mientras la Fundación le de trabajo, uno tiene con qué entretenerse porque lo que hago es lo que a mí me gusta.
¿Con qué sueñas?
Con tener una casita más grande para poder rentar otra habitación, así cuando me vaya de Compartir tenga de donde echar mano.
“Desde que Dios le de salud a uno y mientras la Fundación le de trabajo, uno tiene con qué entretenerse porque lo que hago es lo que a mí me gusta”.