El destino le puso en el camino a la Fundación Compartir, donde ha podido aprender de los diferentes proyectos, pero sobre todo, siente una afinidad grande con los de tipo social.
Entre ser mamá de Simona, de un año, Directora de Asuntos Corporativos de la Fundación Compartir, hacer su rutina de ejercicios en BeSmart, hacer Hatha yoga y Kundalini, y cuidar a sus tres mascotas, se divide el día de María Camila Gómez, una mujer joven, llena de sueños, aspiraciones y ganas de vivir.
Aunque desearía estar viajando por todo el mundo, comer todo tipo de comidas, tener cientos de perros en el campo y pasar mucho más tiempo con su hija, la vida le ha demostrado que primero debe alcanzar su estabilidad física, mental y espiritual, para afrontar otros desafíos que la vida le tiene preparados.
Mientras conversábamos no pasaron dos minutos sin que riera, sin que sus ojos se iluminaran pensando en sus anhelos y dejara en evidencia su lado sensible y humano; ese que todos tenemos, pero que tratamos de esconder por miedo al qué dirán los demás. Así fue como llegamos a hablar de su sueño frustrado como cantante, pero que en sus planes de mediano plazo, está tomar clases de técnica vocal, aprender a tocar un instrumento y cantar, en un hotel por lo menos, dice ella.
De igual forma, confesó que quiere tener 3 hijos, ama los zapatos, el chocolate, el clima caliente, tener el cabello rubio, montar a caballo, odia maquillarse, el cigarrillo, y también, que solía recoger animales de la calle, hasta que nació su hija.
¿Qué cambió con el nacimiento de Simona?
Absolutamente todo. A mí me encanta salir a bailar con mis amigas y pasear, aunque lo sigo haciendo, ya no con la misma frecuencia porque ahora solo quiero dormir, que no haya ruido y que Simona esté tranquila. Si pudiera amarrármela y traerla al trabajo, lo haría, soy de las mamás que quieren estar todo el tiempo con sus hijos.
¿Cómo está compuesto el hogar de María Camila?
En casa somos Simona, Pipa, Pola, Mango y yo. Simona es mi hija, a quien le encanta bailar y gritar. Pipa ‘Prinshesha’, es una perra lobo siberiano, de 4 años, que una señora no podía tener en Barranquilla, me enteré por facebook y me la mandó al aeropuerto; Pola ‘Negrita’, es una perra cruce de labrador, de 2 años, de una camada que estaban regalando en una finca en La Vega; y Mango ‘el gatico inglés’, de 3 años, lo encontré recién nacido en una caja en un parqueadero.
¿Qué profesión tienes?
Soy diseñadora industrial de la Universidad de los Andes, pero siempre he estado involucrada con la comunicación en las organizaciones y la prensa. Sin embargo, quería estudiar Artes Plásticas pero mis papás nunca lo aprobaron. También estudié fotografía en LaSalle College aunque me faltó terminar la tesis.
¿Hace cuánto haces parte de la Fundación Compartir?
Casi 3 años. Antes era la Directora de Comunicaciones y cuando llegó el equipo de Tecnologías de la Información, pasé a apoyar la organización de eventos, los asuntos de protocolo, el relacionamiento con aliados y el freepress. Con la Fundación he materializado el bien que uno puede hacer por los demás.
¿Qué proyecto de la Fundación es el que más te gusta?
Varios. El de Compartir Jugando me parece que es una oportunidad para hacerlo en otros territorios, uno se enamora de los jóvenes, de su entrega, son camelladores. Es una ‘nota’. Y el de artesanos en Cucunubá me encanta, el trabajo que hacen es divino, el sitio como tal es muy bonito.