Desde temprana edad aprendió de su padre el oficio y hoy, con 82 años de edad y sin vista, aun sigue innovando en los tejidos subido en esa máquina tejedora que le ha dado casi todo lo que tiene y con la que le enseña a las nuevas generaciones.
Tulio Efraín Alonso Penagos es un tejedor de lana empírico del municipio de Cucunubá, Cundinamarca, oficio que aprendió de su padre a los ocho años de edad y que ha ido perfeccionando por medio de talleres y cursos con especialistas en el tema, pero el que además ha enseñado a sus hijos y otras personas interesadas en aprender paso a paso la tejeduría desde hacer cañuelas, echar lanzadera, repasar, hacer el empeine hasta subirse y sentir el telar por sí mismos.
A lo largo de su vida ha desempeñado múltiples actividades como la carpintería, la construcción, el cultivo de papa y arveja, la cría de conejos y la minería, siendo esta última la causante de un accidente con pólvora que lo dejó invidente hace 16 años, pero eso no significó el fin. “Uno va pa’lante, no pa’tras y más que todo con el apoyo de mi señora y de mis hijos”, recalcó Tulio.
Así que, desde ese momento, el telar ha sido el compañero fiel, junto a su esposa, María Elisa, con quien lleva casi 40 años de casados, y sus cuatro hijos, para que Don Tulio siguiera adelante con su pasión, tejiendo día y noche, sin importar lo difícil que fue al principio, sus ganas y el apoyo de sus familiares fueron la motivación para mantenerse en pie y lograr tejer ponchos, ruanas, cobijas, forrados y otro tipo de piezas con una rapidez y confianza asombrosa que le han dado los años de trabajo. Por eso dijo: “No me cansaría nunca, hasta el último día que yo pueda lo haré”.
¿Qué es lo que más extraña de cuando podía ver?
Salir con mis amistades, caminar solo, ver televisión y los paisajes, pero uno se acostumbra. Cuando voy a la Tomatina en Sutamarchán, Elisa, mi señora, me dice: “Están haciendo esto y lo otro” y uno se lo pinta y no se atormenta. Todo me lo describen, hasta mis nietos que no pude conocer, ya sé cómo son.
¿Cómo es un día en la vida de Tulio?
La gente del pueblo cree que yo no hago nada pero yo estoy todo el día ocupado, si no estoy en el telar estoy en la cocina lavando la loza, haciendo la sopa, pelando la papa o lo que haya que hacer, yo no me estoy quieto.
Para usted, ¿qué significa el telar?
El telar para mí es una canción. Me ha dado la mayoría de cosas que tengo, el estudio de mis hijos, mi casa, la comida. Es un arte muy bonito, que es dispendioso y difícil pero no imposible.
¿Por qué le gusta enseñar a otros su oficio?
A mí me interesa que el telar y la artesanía siga, ahí uno ni se asolea ni se moja, está en la casa y trabaja a lo hora que uno quiera. El que quiera con mucho gusto le enseño.
¿Qué apoyo ha recibido de la Fundación Compartir?
La fundación ha apoyado Festilana que es una buena vitrina para mostrar el arte y el turismo de Cucunubá. También, ha sido un apoyo grande para la gente y lo sé porque fui de los primeros en comenzar con el programa de artesanos.
¿Cuál es su sueño?
Tener un taller bien montado con su piso bien bonito y organizadito, que pueda exhibir a todos y que la gente entre y compre.