Pensar, planear y ejecutar con visión de largo plazo es un requisito básico para lograr la equidad en las sociedades contemporáneas, principalmente en las economías en desarrollo. La educación es, con certeza, uno de los ámbitos prioritarios en el camino a la equidad.
Aunque la llamada Agenda Educación 2030 fue suscrita en la República de Corea (Incheon) en el año 2015 a instancias de diferentes organismos de las Naciones Unidas (Unesco, Acnur, PNUD, entre otras) y firmada por 130 ministros de educación, tiene sentido recordar sus propósitos básicos: educación inclusiva y de alta calidad, por un lado y, educación para toda la vida, de otro.
Por definición, el marco de la Agenda está inspirado en la justicia social, la responsabilidad compartida y el profundo respeto por la diversidad cultural, étnica y lingüística. Determinadas tendencias políticas en el mundo entero, particularmente en naciones de alto ingreso, en los últimos años se han manifestado en contravía al respeto por la diversidad. Más que nunca, por lo tanto, la Agenda 2030 tiene vigencia. Colombia, un país pluri-étnico y multicultural es un escenario de primer orden para la puesta en marcha de la Agenda.
La educación para toda una vida requiere de nuevos enfoques: en un mundo en el que la información está disponible para niños y jóvenes gracias a las nuevas tecnologías de la información, la sociedad debe proveerlos de oportunidades para la adquisición de competencias en procesos de auto-aprendizaje y trabajo colaborativo, complementarios a la formación curricular regular.
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