Hacia Cucunubá: tierra de tradiciones y realidades

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Publicado: Mié, 30/09/2015 - 09:17

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Expertos en ganadería ovina, invitados por la Fundación Compartir, visitaron Cucunubá en avance al proceso conjunto que se ha venido trabajando para fortalecer la cadena de valor de tejeduría de lana, uno de los principales objetivos del Programa de Generación de Ingresos a los Artesanos de este municipio.

Tardamos unas dos horas desde Bogotá hasta Cucunubá, tierra de tradición ancestral en tejeduría con lana. La visita tenía como objetivo visitar a los campesinos que crían ovejas y que luchan por mantener la tradición de la tejeduría en este municipio, ellos nos contaron de sus antepasados, de la riqueza natural de la región y también de cómo se le está explotando, a través de la extracción de minerales como el carbón.

Cuando el paisaje habla…

Los primeros pobladores de esta tierra, rica en cultivos como la papa y el maíz, fueron los muiscas. En La Sabana, yendo hacia Cucunubá, se puede contemplar el peñón de Sutatausa, que hace más de 400 años fue testigo del suicidio de más de tres mil indígenas −entre tausas, sutas y cucunubaes− que optaron por lanzarse al vacío antes que convertirse en esclavos de los conquistadores españoles. Actualmente, esta zona del Valle de Ubaté es visitada por investigadores y turistas para observar los vestigios de la época precolombina y de la conquista, además de ser un lugar atractivo por sus condiciones geográficas para los deportes de aventura.

Continuando el recorrido, podemos ver las caras teñidas de carbón de los habitantes del Valle de Ubaté, que se dedican a la minería. Algunas de estas minas, quizás ilegales y otras informales, muestran la alta actividad de este sector que se presenta en la zona −para el caso de Cucunubá, la minería de carbón es su principal fuente económica, de acuerdo a la Alcaldía de este municipio, el 70 % de la población depende económicamente de esta actividad y genera 1661 empleos directos−, y aún con la conciencia de los riesgos, se levantan muy temprano en la mañana para empezar su turno.

La evidencia de la transformación humana percibida como parte del paisaje de esta zona, se sumó a la preocupación manifestada por Camilo Gómez, secretario de desarrollo de la Alcaldía de Cucunubá, quién nos comentó que en la región existe un grave problema de relevo generacional, debido a que los jóvenes se van a las minas y ya no quieren trabajar en el campo. Para Gómez, “las generaciones de ahora ya no están aprendiendo las labores del campo, en cambio, la minería tiene muchos riesgos, pero produce más dinero. En eso radica la importancia que el campo sea atractivo para los jóvenes, que ellos vean en la tierra una opción de surgir.”

“Hace 50 años Cucunubá era un pueblo 100 % ovicultor”

“Pueblo colonial, turístico y arquitectónico”, dice el letrero que nos recibe a la entrada de Cucunubá, bienvenida que hace honor a la belleza de este municipio y nos traslada a la época colonial. Entre las calles empedradas, saltan a la vista las casas perfectamente blancas, con ventanas y balcones verdes y techos de barro.

Recorrimos diferentes veredas, en las que encontramos personas con grandes historias para contar. En El Tablón nos recibió Ángel Rodríguez, concejal de Cucunubá conocido no solo por su labor política, también por su habilidad para esquilar las ovejas con tijeras sin lastimarlas y además en un tiempo record de 17 minutos, como lo demostró en la última versión de Festilana. Ángel habla con nostalgia sobre la tradición tejedora cucunebense, “Hace unos 50 años en Cucunubá, no había lechería, era un pueblo 100 % ovicultor, pero nuestra economía se fue decayendo con la entrada de fuentes sintéticas. La lana dejó de ser rentable y la población fue cambiando hacia un modelo lechero. Con la entrada de la Fundación, se ha buscado realzar esa tradición y hacerla sostenible en el tiempo”.

En la vereda de Pueblo Viejo viven las hermanas Elizabeth y Cleotilde Alonso, quienes cuidan ovejas desde pequeñas. Saben muy bien cómo cortar el vellón a la oveja, lavarlo y luego formar delgados hilos hasta obtener una madeja de lana criolla que pueden vender entre veinticinco mil y treinta mil pesos. Cuentan que es frecuente recibir visitas de colegios y estudiantes extranjeros que vienen a aprender su arte y conocer de esta ancestral tradición.

La visita a esta tierra nos permitió entender la procedencia de muchas prendas que hoy por hoy siguen siendo insignia de nuestra cultura, disfrutamos de los paisajes de La Sabana, tierras planas y montañosas que fueron testigos de la historia que nos hizo ser lo que hoy somos; tierras y gente que trabaja y habita en ellas que nos incitaron a la reflexión sobre nuestra riqueza natural y cultural. De cualquier modo, nuestros espíritus llegaron cargados para aportar, de una u otra manera, desde nuestros puestos de trabajo al mejoramiento de la calidad de vida de un rincón de Colombia, tan valioso como los cientos de miles que hay en este país.

Después de esta visita a Cucunubá y compartir con su gente, podemos darnos cuenta que todos ellos quieren compartir sus saberes ancestrales y dar a conocer su tradición y cultura a todo el país, conscientes que estas constituyen un arte que representa cultura, herencia y el posicionamiento de este municipio en Colombia y en el mundo.