La idea consiste en crear combustible a base de una planta llamada bore, que se encuentra en las costas Pacífica y Atlántica, y en algunas áreas de cordillera, debajo de los 1.700 m.s.n.m.
Todo empezó a finales del 2010, cuando Elkin, un joven de 13 años estudiante del Instituto Bernardo Montoya de Copacabana, Antioquia, se tropezó con el bore, una planta poco conocida que despertó curiosidad en él.
A partir de ese momento, comenzó a indagar sobre las características de esta planta y dos de sus compañeros de clase, Angie Pineda y Alejandro Tobón, se unieron al grupo de investigación con el apoyo de la maestra de ciencias, Salma Quinto, quien en clase les permitía hacer pruebas con yodo para determinar qué compuestos de almidón tenían, y fue ahí cuando descubrieron que contenía una gran cantidad de almidón, lo cual, según se profesora, podía servir como un proyecto de energías renovables, de donde nació ‘Bore: Alternativa para la disminución del calentamiento global’.
Después de cinco años de experimentos e investigación, los jóvenes comprobaron que las características del bore (Alocasia macrorrhiza) sirven para elaborar un biocombustible que tiene tres beneficios: es útil económicamente para las personas que lo producen; no afecta al medio ambiente, pues reduce en un 60% el monóxido de carbono y en un 30 % el dióxido; y mejora el rendimiento del motor en los vehículos, ya que tiene una concentración de 88 % de etanol, mientras que la caña o el maíz, dos de los recursos más utilizados para la producción de biocombustibles, llegan a un máximo de 85 %.
Con estos resultados, Elkin, el ahora estudiante de Ingeniería Química de la Universidad Nacional, y su equipo, participaron en la Feria de Ciencia de Google de este año, donde su propuesta fue seleccionada como una de las mejores en el mundo, y aunque no fue ganadora, los convenció del potencial que tienen en sus manos.